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La Tierra importa

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La Tierra importa

 

Escultura.

70 cm x 70 cm x 40 cm.

Cerámica ahumada.

 

Grupo de investigación con Rosario López. Instituto Taller de Creación. Facultad de Artes. Universidad Nacional de Colombia.

Estudio Manzana K. Bogotá. 2017 / Ed. Gerardo Arango Facultad de Artes Universidad Javeriana. 2018


 

“Desde la imagen fotográfica este grupo de investigación construye una serie de objetos escultóricos con los cuales amplía los conceptos de borde y frontera, como entes orgánicos que oscilan entre la quietud y la firmeza, la movilidad y la incertidumbre.”1

Fragmentos de la entrevista realizada por Laura Carbonell sobre el proceso.

Algunas de mis respuestas

En mi caso todo fue pulsión. Miraba la foto, me dejaba ir por las formas y, entre ellas, encontraba el ritmo de esos espacios, luego dejaba salir esa pulsión sobre la arcilla. Observaba su textura para encontrar el ritmo allí impreso y, a partir de ese ritmo, dejaba salir las líneas de mi dibujo.

Para mí siempre estuvo presente el cómo aproximarme a ese lugar desde una fotografía. No tenía a la mano los estímulos directos de la experiencia en el sitio: temperatura, color, olor, ni nada que me diera pistas de lo que implica para el cuerpo el estar allí. Entonces decidí dejarme llevar por las formas y el ritmo impreso en ellas. Simplemente me dediqué a la observación.

Es un trabajo escultórico y topográfico. Es mi cuerpo entregado a un hacer y en ese hacer lo observo, indago en esa experiencia; entonces ya no es la foto ni lo que yo tomo de ella como insumo para trabajar con la arcilla; es ahora mi cuerpo, en Bogotá, en el taller. Con la temperatura, los sonidos, los olores del espacio en el que permanezco mientras trabajo en la escultura.

Es un ejercicio de traducción de una sensación captada en una fotografía. Es reconocer ese vacío, ese abismo de lo que no está o, en este caso, en el que yo no estoy, ni estuve, para poder reconocer lo que queda. A partir de ahí buscar lo que puede llegar a ser ese lugar en mí, desde la potencia del estímulo visual detonado por la fotografía. Entonces, es lanzarme al vacío y en medio del vértigo de la caída enfrentarme a la materia desde la pulsión que reconocí en mí, al ser observador de esas imágenes, de esos momentos congelados por Rosario.
 

El fuego es quien da la posibilidad al barro de convertirse en otra cosa, de otorgarle un estado diferente de fragilidad. La técnica aprendida en Villa de Leyva me invita a pensar en la manera en que algunas acciones, lentamente, van marcando la materia. En el proceso de combustión el color negro impregna la pieza, crea una nueva piel y la hace parecer otra cosa y, aunque su esencia es la misma, sigue siendo cerámica; ahora parece carbón, ha cambiado su carácter.

 

1. Rosario López

Fotografías: Oscar Monsalve

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