Arraigo Centro Semilla
“Los cuerpos celestes actúan en algunos casos en forma directa sobre los seres vivos. La energía solar se manifiesta en forma directa por la sola presencia del Sol sobre el horizonte. La acción combinada de Tierra, Sol y Luna produce el fenómeno de las mareas -en el mar, en la corteza terrestre, y en savias de vegetales y animales.”
ARIAS DE GREIFF, Jorge. REICHEL D, Elizabeth. Etno-astronomías americanas. Bogotá: Ediciones de la Universidad Nacional de Colombia 45 Congreso de Americanistas.
Por invitación de Organizmo, Centro de formación e investigación en regeneración e intercambio de saberes interculturales, realicé esta sesión para dar inicio al Diplomado de Biocostrucción Casa de Pensamiento. El gran Toroide está inspirado en las casas ceremoniales y cosmovisión tradicional de distintas etnias indígenas colombianas.
La sesión contempló tres momentos. El primero fue para dirigir la atención en el punto de encuentro entre nuestros pies y el suelo. El segundo, mediante la amplificación de nuestros sentidos nos permitió detectar e identificar algunas de las fuerzas geomagnéticas de la Tierra, trazamos la red Hartmann para localizar el centro de la Casa de Pensamiento, lugar donde esta localizado el fuego central. Finalmente, atendiendo a dos señales -la distancia desde el centro de la Casa de Pensamiento a la primera línea sobre el eje Sur-norte y la invitación de Joaquín Torres García para asumir el Sur como nuestro nuevo único norte, trazamos la Semilla de la Vida. Trazado proveniente de la Geometría Sagrada o Geometría Sustentable*, la cual está presente en muchas culturas del planeta y está estrechamente ligada al Toroide.
* PONCE DE LEÓN, Carlos Arturo. FREGOSO. FREGOSO, Ninón. Psicogeometría I. El poder de la Vida en la Geometría sagrada y Arquitectura Biológica. México: Ebook 2009.
A través del cuerpo percibimos los estímulos.
Sin zapatos sentimos las texturas del suelo y las temperaturas de la tierra.
Atendimos a la respiración y recorrimos la estructura corporal, dos acciones que nos remitieron al momento presente.
Caminamos en diferentes velocidades, lo cual nos empujó a reconocer el terreno a través de los demás sentidos.
Mantuvimos la mirada hacia el horizonte, uno, para observar los planos que componían el lugar, dos, para reconocernos entre nosotros y, entonces, emprender este nuevo tejido.
Tacto
“Cuando nacemos, el sentido que tenemos más desarrollado es el tacto. Poco vemos, oímos solo algunos tonos, algo olemos y saboreamos; pero, en cambio, sentimos vivamente el calor de los pechos de la madre, nos duele el frío; nos amamantan y descubrimos el placer, ese estado de suprema alegría. Y cuando nos enamoramos, es el tacto el que tiene la palabra; dejamos de ver, de oír para oler y tocar y con ello saborear la pasión. Y si esta vez ya no somos bebés sino madres, sabemos del estado del hijo(a), porque el tacto es nuestro maestro, es allí donde se desarrolla un conocimiento del estar de los dos. Madre e hijo(a), humanos y animales, desarrollan una danza contacto cuando se lamen, cuando se tocan: del proceso de adaptación o sintonía afectiva emerge un poder de anticipación en cada uno de sus movimientos que, como los enamorados, sintonizan el abrazo, el beso, la caricia. El sentido del tacto parece relevarse cuando crecemos y el mundo nos entra por los ojos con suprema violencia. Tocar se vuelve una experiencia perdida entre la instrumentalización de tener, agarrar, llevar, etc. y tocamos todo como lavarnos los dientes para que queden bien limpios. Volvemos a entre-tener el cuerpo en con-tacto, para saber de él desde la temperatura, el peso y la piel del otro cuerpo. La danza contacto es un juego con lo más primario pero también así con lo más trascendental: el tiempo (ritmo) y el espacio (superficies). Tocar, estar en con-tacto, materializa ritmos y sintoniza superficies. Cada relación que tenemos con el mundo y con los otros parece estar primariamente definida por los ritmos y los espacios que construye. ¿O acaso no es cierto que cuando recordamos un encuentro lo que recordamos es el ritmo de superficies en contacto?” *
* OROZCO, Natalia. No nos quitamos el hábito para improvisar. En: Revista El CuerpoSpin. Revista digital. Enero 2010